La desarrolladora confía sus obras a estudios vanguardistas y apuesta a evitar los parámetros clásicos del mercado.
La crisis del 2001 y la posterior recuperación económica vieron surgir un nuevo tipo de edificio en Buenos Aires, el ph moderno. Esta tipología “canchera”, para gente joven, con espacios abiertos y ambientes flexibles, materialidad rústica y práctica, le confirió un nuevo carácter a barrios hasta entonces olvidados. Por otro lado, los ph modernos le dieron oportunidad a inversores medianos y a arquitectos jóvenes con espíritu emprendedor. Esta tendencia caracterizó a toda una época que se extendió hasta nuestros días.
En este momento se vislumbra otro cambio. Crisis económica mediante, sumada la pandemia y el cambio de Código en la Ciudad de Buenos Aires, lo que era negocio ayer, no necesariamente lo será hoy. Y lo que era tendencia antes, requiere una renovación. Así lo entendieron en la desarrolladora Base Proyectos, que tiene un origen muy particular. “Nacimos del otro lado del mostrador. Nuestro deseo por volcarnos al rubro de los emprendimientos inmobiliarios surgió de haber buscado vivienda para nosotros mismos y haber visto lo poco que el mercado tenía para ofrecer”, revela Juan Vignolio, su director.
La búsqueda, larga e infructuosa, lo llevó a darse cuenta de que existía una oportunidad en la desconexión existente entre la oferta y la demanda. “Decidimos construir el producto que la gente realmente quiere para vivir. Por eso, nuestros emprendimientos están pensados en función del que los va a habitar, y no para inversores que sólo busquen hacer un negocio”, acota Vignolio.
Así es que la desarrolladora generó un producto ligado al concepto de “casas urbanas grandes y espaciosas”, en el que se busca recrear la experiencia de barrio, con viviendas a las que se accede a través de un patio. “La idea es que apenas el usuario entre al edificio se desconecte del mundo exterior; que al cruzar el umbral, lo reciba un paisaje verde y el olor a tierra”, explica el desarrollador.
El primer edificio de viviendas de la firma fue en el barrio de Coghlan. “Ofrecía unidades de tres ambientes con superficies propias un 20% mayores al promedio”, sostiene Vignolio. Las unidades tenían entre 100 y 120 metros cuadrados, y lo que los empresarios definen como “espacios difíciles de encasillar”, como unas dobles alturas sin un uso preestablecido. “Los inmobiliarios pusieron el grito en el cielo, pero cada comprador le dio un uso distinto a esos ambientes no convencionales, y también sucedió que la gente valoró tener una vivienda fuera de serie”, acota.
Los desarrolladores, también optaron por focalizarse en barrios de baja densidad y con menores alturas permitidas, donde pudieron unir terrenos vecinos para crecer en sentido horizontal más que vertical.
En dos emprendimientos actualmente en obra, Jorge Newbery 3364 (dos terrenos) y en Conesa 3029, (tres terrenos), se desarrollaron proyectos de 11 y 17 unidades respectivamente. El primero –a punto de entregarse y vendido en un 50%– fue proyectado por el estudio Diéguez-Fridman. El segundo –vendido en un 30%– lleva la firma del colectivo Monoblock. “Son dos estudios con una sensibilidad afín a los compradores jóvenes y abiertos a propuestas innovadoras”, aporta Vignolio.
En ambos casos, se trata de emprendimientos con pocas unidades, producto tanto la escala de los proyectos como del tamaño generoso que se le asignó a cada vivienda.
Esta búsqueda por hacer conjuntos de baja densidad los llevó, incluso, a no agotar la capacidad constructiva del lote en el proyecto de Jorge Newbery. “Sumar más superficie construida nos hubiese limitado en la composición de las fachadas, que no habrían podido tener ningún retiro, de modo que optamos por resignar metros cubiertos para tener un diseño que enriqueciera al proyecto”, explica el desarrollador.
Por otro lado, la escala menor del proyecto evitó depender de la preventa para empezar a construir. “Antes de empezar la obra, tratamos de tener resuelta la financiación, al menos, en un 80% con nuestros inversores habituales, lo cual también nos facilita desarrollar unidades para el usuario final”, dice Vignolio y asegura que sus desarrollos parecen concebidos para el difícil momento actual. “Ofrecen un estilo de vida saludable, a diferencia lo que ocurre cuando el único criterio es optimizar la cantidad de superficie vendible a costa de quienes van a vivir allí”.
Newbery 3364
En una ubicación singular, el conjunto de Diéguez-Fridman aprovecha la larga perspectiva que le brinda una calle perpendicular al frente.
El proyecto de Newbery 3364 se desarrolla en un terreno particular dentro de la trama casi siempre regular de Buenos Aires: justo frente al lote de doble ancho, la calle Delgado termina en la calle Jorge Newbery.
Un accidente feliz en la grilla monótona que dibujan las calles porteñas y que abrió la posibilidad de que las unidades del frente aprovecharan la perspectiva larga y abierta a lo largo de la calle. De esta manera, incorporaron el paisaje a sus interiores. Condición que se acentúa en las unidades más altas.
Por otro lado, la ubicación permite tener una visión frontal del edificio transitando la calle Delgado, situación que tampoco se repite a menudo en nuestra ciudad, en la que los frentes de las obras son casi siempre percibidos de escorzo.
Esta oportunidad, la larga perspectiva que ofrecía la calle, se aprovechó pensando más en las unidades que en la expresión del proyecto.
Aprovechada de adentro hacia afuera, la situación también reclamaba un cierto cuidado de la privacidad de los departamentos más bajos. Para eso, diseñamos una suerte de parasoles pivotantes que permiten tamizar la relación con el espacio urbano. Del mismo modo, los grandes balcones alejan al público de la visión directa de las unidades.
Justamente, el proyecto aprovecha esta particularidad generando espacios intermedios que mediatizan las relación interior y exterior, como balcones, terrazas semicubiertas y terrazas descubiertas.
Además, estos espacios permiten disfrutar de las vistas y aportan una posibilidad de uso del exterior que la pandemia mostró como cada vez más importante y necesario en la vida urbana.
Los balcones del frente tienen una orientación noroeste que garantiza sol casi todo el día. Los del contrafrente, lo tienen en la mañana.
Estos espacios permiten desarrollar la idea de una vida al aire libre y de contacto con el verde en un barrio tradicional de la ciudad como es Colegiales. Sirven como expansión de las funciones interiores y también como fuelle entre la intimidad del espacio doméstico y la vida urbana.
En la planta baja existe un local al frente y una unidad de cuatro ambientes con patio-jardín propio al fondo. En este nivel también se ubican las cocheras.
El primer piso tiene dos unidades de 2 dormitorios al frente y dos de 3 ambientes al fondo. El esquema se repite en el contrafrente del segundo piso, pero con un departamento grande, de cuatro ambientes a la calle.
El cuarto y último nivel tiene dos departamentos de 3 ambientes para atrás y una unidad grande al frente, similar al del piso anterior, pero más chica por el retiro. Todas, con terraza propia a la que se accede por una escalera interna desde cada departamento.
El concepto del edificio fue el de brindar la comodidad de una casa y su carácter. Para eso se puso énfasis en que todas las unidades tuvieran buenas expansiones propias, grandes dimensiones en los ambientes y esmero en los detalles; muchos de los cuales exceden las características de las terminaciones que se pueden encontrar en una vivienda estándar.
Los materiales elegidos correspondieron a la búsqueda de un lenguaje contemporáneo y doméstico a la vez. Se eligió una materialidad básica con mucho hormigón visto en losas y tabiques realizados con encofrados de tablas. Los pisos se hicieron de madera y se usó quebracho en las cocheras. Materiales que requieren poco mantenimiento y con el tiempo se van poniendo más lindos.
Conesa 3029
En un terreno de triple frente, las viviendas se dispusiron en torno a un gran espacio central, un oasis vegetal resguardado de la calle.
En el barrio de Núñez, en un triple frente sobre la calle Conesa 3029, el proyecto se plantea la posibilidad de repensar los modos de habitar urbanos haciendo uso de la tipología de patio.
La posibilidad de contar con un frente de 26 metros habilitó un ejercicio de reflexión, estudio e investigación sobre las condiciones de habitar colectivos en la ciudad.
Se definió un patio central de amplias proporciones que articula todos los espacios privados y públicos del edificio, comenzando por los accesos que se hacen atravesando toda la extensión del jardín central. Apoyado en la idea de corazón ambiental del conjunto, las unidades de viviendas están pensadas como “casas” en altura. La premisa es buscar los modos de maximizar las relaciones con los espacios exteriores, a la vez que participan y definen el ambiente vegetal del patio.
Así, el proyecto se estructura con dos naves laterales de viviendas y sobre el eje del patio acomoda los núcleos de circulación panorámica. Las casas de los pisos impares tienen su acceso a través de su expansión que comunica espacial y ambientalmente el patio central con los espacios de vereda y fondo, y en los pisos pares se proyectan terrazas abiertas al frente y fondo.
El proyecto capitaliza su baja altura, el entorno barrial y arbolado sumado al espacio de patio interior, para garantizar una fuerte relación interior exterior en los espacios públicos y de esparcimiento de las unidades. Esto se ve reforzado por soluciones de grandes paños de carpinterías. Las viviendas del último piso capitalizan la azotea como gran espacio de terraza privada con amplias vistas.
Los dormitorios de las unidades dan al patio central, resguardado de la calle y donde su planta baja está pensada como un gran jardín de vistas de abundante vegetación. Además dispone de espacios de reunión social que se expanden a los jardines.
La profundidad del lote permite la construcción de una tipología nueva que es la de una casa en planta baja con jardín privado, patio y terrazas verdes dentro del conjunto, con el mismo acceso, pasando por el patio.
La solución material del hormigón visto en las superficies exteriores habla de cómo la estructura portante del conjunto se hace visible. Contra el patio, el hormigón se expresa en una gran superficie solo interrumpida por los aventanamientos de los dormitorios y hacia las fachadas se proyecta con un tabique que permite los grandes voladizos abiertos a la calle. Todas estas superficies estructurales de hormigón son suspendidas en la planta baja para dar lugar a unas grandes columnas circulares, destacando de esta manera la condición pública y abierta.
A nivel de vereda el edificio se muestra transparente, compartiendo con los peatones el ambiente vegetal de sus jardines. Así, aporta valor no solo a quienes lo habitan sino también al barrio y a la ciudad.
Fecha de Publicación: 25/05/2021 ARQ Clarín PDF de lectura impresión: clic aquí